LOS PERROS DEL PAN
Los perros del pan braman:
Domésticos, carnívoros, cáninos.
Pero ahora sin carne,
con instinto babélico.
Se demoran como esas fotos gélidas, vetustas,
donde el pánico corre desvelando
y la única salida de la pugna
es la inercia.
Perros del pan: Se adhieren a las sombras.
Traspasan el manotazo en el espejo;
muertos de sed, muertos de miedo,
cayendo al cepo que masca y masacra.
Con un rosario echo de cuchillos
vaga uno de ellos, aislado, taciturno,
con su cara perruna y sus patas de harina.
(Agradecido pero rencoroso).
Lo vi una noche, y otra, y otra, y otra,
aullando en círculos, entre las espigas.
Su tufo de manda se extiguia.
Ahora era un perro solo, un solo perro.
Me acerqué y nos miramos. Me miraba.
Vimos en el recodo de la vida,
los ojos tristes del astigmatismo.
Vimos la mano suspendida del espejo,
palpamos nuestra saña,
la rabia y la pelambre.
Después nos fuimos como dos extraños.
¿Qué ha sido de nosotros, mueca a mueca?
¡Carnívoros, caninos, pulga a pulga!
Antagonia que se funde y muerde.
Perros del pan, que ya no dejan huellas:
Como la copia china de un juguete,
que los niños olvidan en el patio.